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jueves, 21 de febrero de 2013

La Aduana de La Línea, por Manuel M. Espartal Diario de Cádiz

Capítulo 35




LA ADUANA DE LA LINEA

Tomado del “DIARIO DE CADIZ”

    Cuando en 1870 se emancipó La Línea de San Roque, por decreto de la Regencia, después de largo y penoso juicio contradictorio, en el cual probó la primera sus derechos indiscutibles al amparo de las leyes vigentes a la sazón, resultó, como consecuencia legítima, la habilitación de su Aduana, en razón a su importancia, y por la proximidad en que se encuentra a la vecina plaza de Gibraltar.

    Estos fueron los fundamentos del ministro del ramo en aquella época, para la habilitación de aquella Aduana.

    Al amparo de aquella ley, que regulaba a la nación entera, se creo el comercio y las industrias existentes en La Línea, con tan progresivo desarrollo que han dado al Tesoro nacional rendimientos considerables en algunos años, cual si se tratara de una Aduana  de primer orden.

    Estas dos hermanas (comercio e industria) llevan aparejada la ocupación de los obreros, y pronto se vio crecer y aumentar aquel pueblo, con asombro y hasta con envidia de otros, que veían emigrar sus vecinos, allí donde el trabajo requería brazos, para las múltiples construcciones que se levantaron.

    La Línea, pues, fue siempre, desde su nueva génesis, objeto de malquerencias y rencores, los cuales han trascendido siempre a todas partes, y cuya atmósfera injustificada, causó y sigue causando al presente su ruina y exterminio. Sucede a los pueblos, así como a los individuos, que existe lo grande y lo pequeño, y aún también a las naciones, y La Línea se ha visto sometida a esa ley fatalista de las cosas humanas.

    He aquí la causa y fundamento del Real Decreto de 23 del mes pasado, por el cual se anula la habilitación de la Aduana de aquel pueblo, para la importación de mercancías en grande escala, y para los víveres en pequeño.

    Por el articulo 1º se concede solamente la importación de especies para el consumo a una familia durante una semana; y por el 2º se prohíbe la introducción de víveres si el adeudo no alcanza a una peseta, o lo que es igual; por el primero de los artículos, se mata el comercio, creado al amparo de las leyes que rigen a la nación entera, y por el segundo se arruinan a miles de padres de familia que, teniendo su ocupación diaria en Gibraltar, llevaban a sus casas comestibles en escala inferior al pago de una peseta.

     Pues bien; toda esa ruina, que ha sumido a aquel pueblo en la consternación más espantosa, es debida a una información dirigida al Sr. Ministro de Hacienda, por un inspector delegado en el Campo de Gibraltar, información que ha motivado el Real Decreto citado, cuyo argumento Aquiles es la eterna pesadilla del contrabando.

    Al Gobierno y sus agentes está encomendada la represión del contrabando y para llevarlo a cabo tiene en aquel Campo las fuerzas armadas de carabineros, tropa de línea, guarida civil, agentes de orden público y empleados de la Tabacalera. Con esas fuerzas que ocupan todo el litoral y las puertas de entrada, el contrabando, hace tiempo, sólo existe en la imaginación soñadora de algunos que ven siempre, como el manchego hidalgo, endriagos y gigantes en donde sólo existen molinos de viento.

    Pero concedamos que aun existe el contrabando en escala descendente, ¿acaso es justo sacrificar a un pueblo, conduciéndole a la miseria, porque algunos, dentro o fuera de la población, se dedicara a ese tráfico ilícito? Si la fuerza armada no prohíbe ese tráfico ilegal cuando existe el comercio y la industria que dan ocupación a muchas familias ¿es lógico suponer, que después de anulada la habilitación de la Aduana, se cruce todo el mundo de brazos, y nadie se dedique a burlar la vigilancia de los empleados y de la fuerza militar?

    Además; es forzoso convenir, que si el castigo empleado con La Línea obedece al temor del contrabando que pudiera hacerse por su recinto, extensas y dilatadas playas tienen Algeciras y el Puente Mayorga y los pueblos y capitales situados en las costas del Levante y de Poniente.

    ¿Es acaso que el contrabando solo se hace, o se hizo, por aquel rincón de la Península? ¿Pues por qué se castiga a La Línea, mientras se enaltece a Algeciras y a su Aduana?

    Siguiendo ese criterio, habría que suprimir muchas Aduanas importantes, y entonces, el aumento conseguido en los ingresos del Tesoro, sufrirían un desnivel importantísimo, y la nivelación del presupuesto, resultaría letra muerta.

    La Línea cuenta con una población de 14.000 almas. Sostiene industrias importantes, una de ellas la fábrica de corchos de los Sr. Larios, que da ocupación a centenares de familias; y la pesquería que es allí tan abundante, que después de abastecer al pueblo y sus adyacentes, se exporta en grandes cantidades, y el sobrante se dedica a la salazón, que constituye otras industrias; el abastecimiento de carbón de piedra a los buques que anclan en el puerto de Gibraltar, da ocupación a más de 800 hombres, bien retribuidos; y las canteras de Las Pedreras y Sierra Carbonera proporcionan ocupación constante a muchos obreros de La Línea cuyo trabajo es apreciado en todas partes para edificar.

    Existen, además, fábricas de aguardiente, cerveza, gaseosa y pastas, curtidos, y otras de menos importancia.

    Las huertas dan trabajo a más de 500 hortelanos, cuyos productos venden a buen precio en la plaza vecina, y al llegar a esta industria, séase permitido una digresión que en nada se relaciona con este asunto.

    Hacía varios años que residía yo en Cádiz, cuando fue en cierta ocasión a mi pueblo, a visitar a mis amigos. Nunca se fija tanto nuestra atención en los lugares donde hemos nacido, como después de una ausencia prolongada.

    Mi amigo de la infancia D. Luis Ramírez, me invitó a dar un paseo hasta una de sus posesiones, donde tenía instalada varias industrias.

    El edificio se encuentra situado junto a la playa de la ensenada de Poniente. Subimos a la azotea y de allí al mirador, y confieso ingenuamente que me sorprendió aquel hermoso espectáculo de una población entre dos mares, cubierta por  todas partes de frondosas huertas, que aparecían como enlazados jardines, y al Norte, Sierra Carbonera, en donde proyecta el actual Ministro de la Guerra construir una fortificación de defensa.

    Pues a este pueblo con sobrados recursos propios, es a quien se arruina con la anulación de su Aduana habilitada.

    Las escenas tristísima a que ha dado lugar el cumplimiento del Decreto, desde 1º del mes corriente, cuyo cumplimiento ha sido exagerado, por parte de los guardadores del Fisco, dio ocasión a temores de un conflicto; puesto que aseguren los periódicos locales, que a los que regresan de Gibraltar por las tardes les obligan a tirar cualquier pequeño sobrante de comida que llevan para sus hijos.

    A esto obedece la comisión nombrada por el pueblo de La Línea, que marcha a Madrid a gestionar del Sr. Ministro de Hacienda se modifiquen algunos artículos del Real Decreto, para cuyo objeto lleva una razonada exposición con sobra de datos, que dirige el Ayuntamiento al Ministro, y otra del comercio, encaminada al mismo fin, como también el documento presentado a la Diputación por D. Andrés Quiñones, que la Excmª Corporación hizo suyo.

    A los señores D. Eduardo J. Genovés, D. Antonio Ruiz Tagle, D. José Jiménez Mena, y a cuantos influyan a favor de aquel pueblo, le enviamos nuestro agradecimiento, y en nombre del vecindario de La Línea, la más fiel expresión de gratitud, por la cooperación que han prestado a este asunto.

    Dios haga que la comisión, con tan valiosos elementos, consiga llevar al ánimo del Sr. Ministro de Hacienda, la justicia que informa la petición que lleva; y que regrese contenta y satisfecha a su hogar, para devolver la calma al vecindario, que sufre en estos días la amargura de un porvenir de horrorosos desastres, si la providencia no se ampara de ellos.


                                                              Manuel M. Espartal

                                                 Cádiz, 30, Noviembre, de 1894.